
Fonteius; dícese de aquellos resíduos olvidados en algún lugar inesperado, que alteren ó transformen el lugar.
Presenciar un fenómeno de tales magnitudes no es tan digno como parece.
Deberás encontrarte en el momento y lugar adecuado, pero con las pertenencias correctas y apropiadas.
Lo más importante, será dejarte llevar tras el acontecimiento y entregarte a él sin pensar por un momento a donde te dirigías.
Por lo que si vas con prisas, no estarás capacitado para apreciar un fenómeno similar.
Si te dirigías sin rumbo, puede ser que disfrutes parcialmente del acontecimiento.
Al igual que si no eres testigo real del mismo, no tendrás la sensación plena de haberlo vivido en su totalidad.
Algunos momentos son especiales por alguna razón inexplicable. Algo parecido me ocurrió
éste pasado marzo, tras una salida a la cañada, íbamos a recoger ensalada de “amapelos”, una
planta que nace en los regueros charcas donde se recoge el agua cerca de los arroyos.
Bien, pues cuando nos disponíamos a marchar y ya todos esperaban, me encontré con ellas.
Estaban en el camino, habían pasado por encima y nadie las había visto. Sus reflejos metálicos
me sorprendieron entre la húmeda tierra del camino. Eran pequeñas manchas abstractas, que
fluían éntrelos minúsculos granos de arena. Tan sólo eran residuos inorgánicos, pero me
fascinaron sus texturas, de tonalidades azuladas. Es normal que en las zonas de tránsito se
formen charcos de gasoil, pero por allí no suelen pasar muchos vehículos, aunque si hay que
decir que los que pasan por los caminos ya están casi para la chatarra.
El resultado inesperado de encontrarme con aquel fenómeno, ha dado lugar una la serie de 7
fotografías que forma parte de Fonteius.
Son quizá sus formas orgánicas pero de material no preciso lo que le aporta una plasticidad
interesante, pero cercana a la abstracción.