viernes, 16 de abril de 2010

Pieles



Una de las celebraciones más esperadas tras el invierno es el “Domingo Gordo”. Todos salimos
a pasar el día al campo, barbacoas y a disfrutar del campo en pleno febrero.
Tras el festín, había por allí unas pieles de conejo, y les pedí que no las tirasen, que quería
hacer unas fotografías.
Cuál fue mi sorpresa, que cuando me disponía a hacerlas me encontré, que las pieles estaban
repartidas por los árboles como si de una instalación se tratase. Todo aquello era para
secarlas, ya que las pensaban curtir, pero me vino genial. Las pieles habían sido colocadas de
manera espontánea, y mientras unas colgaban de unas ramas otras secaban sobre un matorral
a modo de ropa tendida.
De nuevo me sorprende una situación inesperada pero idónea para la serie que llevaba tiempo
pensando y no sabía cómo plantear.
No es nuevo para mí fotografiar animales, en éste caso, he sido más cauta y parece que las
fotografías son menos ofensivas que las anteriores.

Ahora se hace más evidente el juego de texturas, la búsqueda de contrastes y es más sutil el
tema de trasfondo animal.
Las pieles se conjugan en su parte más orgánica con las ramas, los troncos y betas de la
madera. La desintegración en el medio, el regreso a su hábitat natural.
Es una prefiguración del paso, del tiempo, de los lugares como testigos del momento.

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